Que cada persona que consuma un vaso de asaí sepa que está consumiendo el esfuerzo de las personas que vivimos acá y está consumiendo vida”, encarga Manuel Salvatierra, recolector de este fruto amazónico de la comunidad Villa Florida, en Pando. Que el sabor de este exótico grano lo lleve a pensar que es gente que está aprovechando el bosque sin destruirlo, que ve a los árboles en pie como fuente de vida, que no necesita convertirlos en madera para monetizarlos.
Las organizaciones Miga Bolivia, Conservación Amazónica (ACEAA) y el Instituto Boliviano de Investigaciones Forestales (IBIF) han desarrollado el proyecto “Trabajo colaborativo, patrimonio alimentario y conocimiento para la mejora de oportunidades económicas de familias en la Amazonía boliviana”. Y lo han hecho generando espacios de diálogo y encuentro entre productores y consumidores para generar alianzas y relaciones justas entre ambos sectores. Tienen el respaldo del proyecto DAC, de la Cooperación Suiza en Bolivia, en alianza con la Cooperación Sueca, implementado por Solidar Suiza.
Quienes recolectan este fruto aprovechan plantas silvestres que son parte de la selva amazónica. No son cultivos nuevos de la palmera, como sucede actualmente en lado brasileño. Allí, la extensión de la frontera agrícola de este producto está profundizando el proceso de deforestación.
“Esta planta nace sola, por eso decimos que es un producto totalmente orgánico, son plantas de la misma naturaleza, lo único que hacemos es extraerle su fruto y darle valor agregado”, subraya Livia Yandira, de la Asociación Integral de Frutos Amazónicos Manuripi. Y no se trata de entrar al bosque y extraer los frutos con facilidad. Quienes realizan las tareas de recolección deben trepar palmeras de hasta 30 metros para cortar los racimos con productos maduros.
Manuel Salvatierra tampoco olvida s los animales silvestres que ven invadido su espacio natural: “El asaí no solamente lo tenemos que cosechar, no solo tenemos que hacer el aprovechamiento del cien por ciento de los frutos, sino compartir con la fauna que se alimenta de este gran producto”.
Cientos de familias de Pando se dedican a la recolección de asaí y castaña. Ellas viven de esta actividad, pero no son sus únicas beneficiarias. Se benefician también quienes lo consumen en las diferentes ciudades bolivianas: “Es un alimento que es más completo, porque también te aumenta las defensas, por ser natural, no tener conservantes, tiene hierro, tiene omega-3, omega-6, omega-9”, recuerda orgullosa la productora Lirio Lima.
Ellos y ellas quieren crear otro tipo de relación con quienes consumen su producto. No piden un favor, quieren hacer una alianza por la preservación del bosque para bien de toda la humanidad. “Que lo compre porque sabe que va a beneficiar a su cuerpo, porque está haciendo conservación, está permitiendo que el ciudadano que vive en la Amazonía, que aprovecha del bosque, no tenga la necesidad de deforestar, de ir a cazar indiscriminadamente para ir a vender”, concluye el dirigente departamental Misael Campos. Y será entonces que ese vaso de asaí tendrá un mejor sabor para todos y todas…